Pequeños pasos y grandes avances: convirtiendo el transporte del futuro en una realidad

Cualquier nuevo modo de transporte se enfrenta naturalmente al escepticismo: ¿es seguro? ¿es sostenible? ¿es útil? A medida que el universo de la movilidad experimenta con el transporte en el aire y en tierra, las empresas y los responsables de la elaboración de políticas deben crear una demanda por parte de los clientes, responder a las preguntas críticas sobre seguridad y dar los pequeños pasos que hacen posible los grandes avances.

"Los avances más sorprendentes en cuanto a movilidad en los próximos años, probablemente se producirán en el aire", predice Stefan Schmal, socio de Mazars. "Ya sean viajes personales en avión, drones sin tripulación o viajes espaciales, las posibilidades son enormes". Lo que podría parecer que está solamente en la imaginación, de hecho está respaldado por los progresos que ya se están realizando sobre el terreno: "En Francia, ya estamos viendo experimentos con taxis voladores para aliviar el tráfico en los Juegos Olímpicos de París de 2024", dice Olivier Guillot, socio de Mazars. Al mismo tiempo, la continua expansión del uso de los teleféricos en las ciudades de Centroamérica crea un conjunto de tres soluciones de movilidad que están ideadas sobre pensamiento que puede ser muchas cosas, excepto común y corriente.

No sólo los nuevos medios de transporte están dando forma al futuro de la movilidad: los avances en los medios existentes están dando lugar a soluciones más limpias. "La tecnología de los aviones más limpios, por ejemplo, avanza cada año", dice Guillot. "Hay primeros indicios de que la propulsión por hidrógeno podría reducir el impacto ambiental de los aviones entre un 75 y un 90%, el Airbus ZEROe tiene como objetivo conseguirlo en 2035". (Para más información, véase nuestro reciente artículo sobre el futuro de la aviación después de Covid-19).

Y continúa: "También estamos viendo cómo se desarrollan modos de transporte más limpios para el uso marítimo. Hemos visto los primeros barcos de propulsión limpia impulsados por gas natural licuado, así como el aumento de los vehículos de hidrógeno para la carretera".

Hacia un futuro más seguro y sencillo

Cada uno de estos pasos adelante prepara el camino hacia un ecosistema de movilidad más seguro y sencillo. Por ejemplo, los taxis aéreos, que podrían abrir nuevas rutas de transporte y aliviar la congestión vial. "Los vehículos autónomos también ofrecen la posibilidad de conseguir caminos más seguros. Al comunicarse y coordinarse entre sí, estos podrían permitir un mejor flujo de tráfico y menos accidentes", explica Schmal.

En la actualidad, en EE.UU. hay aproximadamente un accidente fatal por cada 100 millones de kilómetros recorridos. Pasará mucho tiempo antes de que los vehículos totalmente autónomos recorran suficientes kilómetros para ofrecer una comparación: pero en 2016, Tesla afirmó que su modo Autopilot, en el que el automóvil tiene algunos aspectos autónomos como la dirección automática, el control de crucero, los cambios de carril automáticos y algo de navegación autónoma, es más seguro que el estándar actual. La empresa dijo que, aunque un vehículo en Autopilot se había visto implicado en un accidente mortal, este se produjo después de 130 millones de kilómetros recorridos en ese modo.

Quizá lo que es más importante, es que los nuevos modos de transporte ofrecen la oportunidad de tener un aire más limpio y mejorar el bienestar: "Es probable que los medios de transporte sin emisiones de carbono mejoren la salud en general, además de ser mejores para el medio ambiente", dice Guillot, "un ecosistema de movilidad más eficiente significa menos tráfico, estrés, ruido y peligro". Si todos los vehículos de Reino Unido fueran eléctricos, las emisiones del país se reducirían casi un 12%, según una estimación.

¿Quién asume el riesgo y la responsabilidad?

El momento en que estas tecnologías estén listas para formar parte de nuestra vida cotidiana dependerá de lo bien que sean capaces de superar los obstáculos comerciales, culturales y legales. "Los elevados costos de arranque e investigación hacen que el despliegue generalizado de estos modos sea especialmente desalentador", afirma Michael Dessulemoustier, socio de Mazars. "La falta de precedentes legales en torno a los vehículos autónomos crea un riesgo en torno a la obligación y responsabilidad de los accidentes. Y aunque la gente puede pensar que los drones personales de vuelo autónomo son una gran idea, pueden dudar en subirse a uno ellos mismos."

No sólo hay que gestionar esos obstáculos, sino que es necesario que exista la demanda de nuevos modos de transporte. Para quienes están en el negocio de la movilidad, la pandemia de Covid-19 provocó preguntas incómodas sobre cuántos viajes personales y de trabajo eran necesarios, así como hasta qué punto los pasajeros estarían dispuestos a corto plazo a compartir el transporte cuando pudiera evitarse.

Convencer a los escépticos

Ninguno de estos avances está exento de posibles problemas, como señala Schmal: "Los drones y taxis aéreos pueden desencadenar una gran incertidumbre y temor. No faltan los escenarios inquietantes de la ciencia ficción en los que la gente piensa. Como seres humanos estamos condicionados generalmente a rechazar el riesgo. A menudo elegimos la seguridad en primer lugar". Cualquier aumento de esa mentalidad supondría una corriente en contra para el despliegue de los nuevos modos de transporte, pero no debería detenerlo del todo. "Al fin y al cabo", señala Guillot, "muchos modos de transporte que hoy damos por sentados, como los trenes, también fueron recibidos con escepticismo al principio, pero la demanda creció a medida que demostraron ser seguros".

Para convencer a los escépticos, la política y los encargados de crear políticas públicas tienen que asegurarse también de que cualquier nuevo modo de transporte que llegue a los caminos y al mercado cumpla criterios estrictos, incluyendo áreas relevantes para el transporte, como los seguros, la protección de datos y la responsabilidad. "Si se considera el posible aumento del tráfico aéreo" dice Guillot, "se necesitaría una fuerte regulación para tranquilizar a los pasajeros y garantizar que el espacio aéreo se pueda compartir de forma segura. Y si el uso de drones sigue aumentando, habría que responder a las preguntas sobre las leyes adecuadas, la infraestructura, las estaciones de carga, los mapas aéreos, por no hablar de la coordinación con los mecanismos de control del tráfico aéreo existentes."

Automóviles sin conductor, servicios de taxi por helicóptero, propulsión por hidrógeno, redes de drones integradas y sensibles: estas soluciones están pasando lentamente de la ciencia ficción a la realidad cotidiana. La cobertura mediática de las nuevas tecnologías tiende a cubrir los grandes logros: prototipos exitosos, primeros despliegues y lanzamientos comerciales. Pero entre cada uno de ellos hay muchos pasos más pequeños que son necesarios para hacer realidad el transporte del futuro. "Son estos pasos incrementales los que garantizan la aplicación concreta", dice Schmal. "Los grandes avances son importantes, pero sin los pequeños pasos no se conseguirá nada".