Tomar mejores decisiones de inversión

La planeación estratégica es fundamental para tomar mejores decisiones de inversión y aumentar el valor del negocio.

Tal vez el primer paso para realizar cualquier inversión sea presupuestar de manera eficiente, asignando niveles adecuados de capital, específicamente para inversiones clave, en línea con su estrategia de crecimiento, en lugar de tratar de financiar las inversiones con el flujo de efectivo. Esto incluye el uso de modelos de predicción basados en flujos de efectivo y presupuestos de base cero para justificar y aprobar cada gasto, en lugar de basarse en el gasto del año anterior.

El estudio de oportunidades de inversión se centra en la creación de valor para la empresa específica del proyecto de inversión mismo.

Comenzar desde una base cero al inicio de cada presupuesto le permite crear un proceso mucho más efectivo y eficiente para analizar y decidir dónde asignar sus fondos, de acuerdo con su plan estratégico. Además, facilita un análisis detallado del gasto futuro y abre la puerta a oportunidades de transformación.

Con un plan estratégico y presupuestos de base cero, el siguiente paso es implementar un proceso de toma de decisiones de inversión centralizado que evite los silos, incluidos los silos de gestión.

En una empresa privada, particularmente en sus primeros años, el fundador o propietario con frecuencia estará acostumbrado a tomar decisiones de inversión por sí mismo. Pero a medida que el negocio crezca, este enfoque será menos efectivo. En lugar de ello, la toma de decisiones de inversión tiene que ser controlada por un proceso centralizado y no por una persona. Y el proceso debe involucrar a un grupo más amplio de personas de toda la empresa que puedan aportar un punto de vista más subjetivo a las decisiones de inversión.

Tomar decisiones de inversión centralizadas e impulsadas por procesos hace que sea más fácil (y más transparente) determinar los costos necesarios e identificar los KPI más adecuados para la medición del retorno de la inversión. Generalmente, los indicadores clave que se utilizan para evaluar la oportunidad de una inversión son el valor neto actual o la tasa interna de rendimiento.

La tasa de descuento aplicada para calcular el valor neto actual toma en cuenta la rentabilidad esperada y el riesgo del proyecto.

Tradicionalmente, el enfoque predeterminado para evaluar una decisión de inversión es centrarse en el impacto de la inversión en el negocio, con base principalmente en métricas financieras, como el crecimiento, las ganancias, la capacidad.

No obstante, en muchas situaciones, este enfoque no traza una imagen real del impacto de la inversión en el negocio. Muchas decisiones de inversión no tienen que ver con activos fijos, por ejemplo, sino con invertir en nuevas capacidades, en innovación o en personas.

Es probable que este tipo de inversiones tenga un alto costo inicial que sea explícitamente visible en el balance general, pero posiblemente el período de recuperación sea a mucho más largo plazo y mucho menos visible, en términos de rendimientos financieros directos.

Por ejemplo, los datos son un foco de inversión cada vez más grande para muchas empresas como parte de un proceso más amplio de transformación o digitalización. De hecho, el estudio “The race to data maturity” de Mazars descubrió que la mayoría de las empresas ven al big data como su fuente de crecimiento más importante para los próximos 10 años, y la mayoría está planeando inversiones significativas en datos para 2022 y 2023.  

De igual manera, las inversiones relacionadas con ESG pueden mostrar muy poco ROI a corto plazo en términos de efectivo, pero a largo plazo resultan esenciales para la sostenibilidad del negocio y la percepción de su marca. Por ello, evaluar el rendimiento o la rentabilidad de estas inversiones en términos puramente financieros es muy problemático.

Esto se relaciona con la necesidad de asignar un equipo específico de ejecución o gestión de proyectos para administrar la inversión y supervisar su progreso, que también pueda monitorear y medir su impacto. Esto puede ayudar a garantizar que el equipo operativo no se distraiga con el proyecto de inversión y a evitar cualquier sesgo interno al evaluar el rendimiento de la inversión.

Tomar decisiones de inversión sensatas y razonadas debe ser una capacidad esencial de todo negocio. Sin una toma de decisiones de inversión efectivas y eficientes, la organización corre el riesgo de desviarse de sus prioridades estratégicas y desperdiciar dinero en inversiones equivocadas.

Por otra parte, una toma de decisiones de inversión efectiva, conectada con la estrategia, presupuestada de manera transparente, evaluada con precisión e implementada de manera eficiente garantiza que el capital se invierta en las áreas correctas y coloca al negocio en la base más sólida para generar valor y crecimiento a largo plazo.